Sinceramente, nunca me ha gustado tanto el Halloween. Desde que era niño, no me gustaban las ideas de brujas volando en sus escobas, fantasmas embrujando a todos, y tampoco me gustabana todos los disfraces tan espantosas. La única cosa que me gustaba era el dulce que se me daba cuando andaba por mi barrio tocando puertas.
Recuerdo un poquito uno de mis días de Halloween cuando tenía 9 años. Me había disfrazado como Obi-Wan Kenobi de la pelicula Star Wars. Me gustó este disfraz tanto porque me encataban las escenas épicas de las peliculas. Quería ser como el héroe Obi-Wan. Llevaba conmigo una espada de luz, la capa del disfraz arrastrándose en el suelo a medida que caminaba. Tenía yo una canasta de dulce que se parecía a una calabasa y andaba con mi mejor amigo en ese tiempo. Nos ibamos a una de las últimas casas que no habíamos tocado que estaba cerca de la fiesta del barrio que mis padres y vecinos habían planeado.

Cuando llegamos a esta casa, empezamos a acercarnos a la puerta. Había muchas decoraciones por toda la casa. Telarañas falsas por todos lados, marcas de sepultra falsas, y más. Mi amigo miró a esa casa una vez y dijo que no iba a irse conmigo para tocar la puerta. "Bueno, supongo que mi iré solo entonces," me dije en la mente, "quiero dulce." Cuando me acerqué más a la puerta, miré a un maniquí de un espantapájaros a la izquierda que estaba mirando a la pared directamente enfrente de él. Pensé que sus ojos parecían tan vivos, pero no le di mucha importancia porque creía que mi mente me estaba haciendo un truco. Cuando levanté mi mano para tocar la puerta, de repente escuché un grito fuerte que venía desde detrás de mi, y vi desde el costado de mi ojo que el espantapájaros se movía. Escuché a mi amigo decir, "
¡Corre Caleb!" desde la calle. Me volteé, y vi que se había levantado el espatapájaros. Intenté lo mejor que pude a no gritar de miedo. El espatapájaros después comenzó a reirse, y sacó del banco en el cual se estaba sentando anteriormente un tazón lleno de dulce. Me sentí mucho mejor cuando eso pasó, y ya no tenía miedo. Saqué del tazón uno de mis dulces favoritos, sonriyendo al hombre que me había dado un buen asusto, y volví a la calle donde estaba epserando mi amigo.
Cuando pienso de Halloween, aunque no me guste tanto, siempre recuerdo los recuerdos divertidos que tenía andando en mi barrio consiguiendo dulce de adultos amables. El Halloween puede ser muy arriesgoso para todos, espcialmente si uno está en un barrio muy peligroso o tenebroso, pero uno puede divertirse mucho si solo se pone en lugares buenos donde no hay riesgo alguno.
Comments
Post a Comment